En medio de un mundo de subsistencia caracterizado por las actividades agrícolas y ganaderas, como el tradicional de Puebla de Guzmán, resurgió a finales del siglo XIX otro mundo paralelo, distinto, nuevo, demoledor, industrial, duro y Moderno. Fue, y es, Las Herrerías y su mina.
Las Herrerías se nutrió en gran parte de los hijos de agricultores y ganaderos de la zona, para convertirles en mineros, un trabajo de hombres fuertes, de salarios y horarios laborales, que marcaría una línea gruesa entre ambos mundos: el sujeto a los tiempos del Sol a Sol agrícola-ganadero, y el nuevo de las profundidades caracterizado por la hora industrial.
Durante la mayor parte del siglo XX, Las Herrerías fue minera a tiempo completo, con vida separada, autosuficiente y dependiente 100% de los propietarios de la mina. Sus cientos y cientos de trabajadores y sus familias conocieron sucesivamente el hacinamiento de los barracones (Los Cuartos) y la pobreza asociada a unos trabajos precarios y peligrosos, el aumento del confort en un nuevo poblado levantado a principios de los años 50, la decadencia y el abandono de los desesperanzadores años 80, y el acoplamiento definitivo a Puebla de Guzmán, de la que hoy es un barrio más.
Como barrio de Puebla de Guzmán, Las Herrerías cuenta hoy con los mismos servicios de los que disfrutan los puebleños, además de una plaza de abastos, centro sanitario y centro de servicios sociales. Pese al cierre de la escuela Primaria, pionera en Puebla de Guzmán, las actuales instalaciones dan cobijo ahora a un centro para disminuidos de la asociación Paz y Bien, que atiende a diario a jóvenes de la comarca.
A la citada crisis de los 80, que llevó a un abandono humano y material de Las Herrerías, sucedió un par de décadas más tarde un renacimiento de todo tipo que ha mejorado visiblemente la vida de los ya ex mineros y los nuevos vecinos.
Minas De Las Herrerías



